TARDE CON EL ABUELO
Acomodado en su sofá, el abuelo hoy deleita con cuentos a su pequeño nieto. Martín observa con extrañeza las gafas y arrugas adyacentes que se extienden alrededor de su rostro y las palmas de las manos que sujetan el libro con leves espasmos de temblor. En realidad nunca se había molestado en detenerse a contemplar con detalle a su abuelo. Su cara era un lugar donde pecas, verrugas y cicatrices añejas se entremezclaban en una tierna y a la par extraña amalgama de consecuencias derivadas de toda una dura vida de trabajo. Aquel día sentía morriña por los vídeos y juegos que tanto le gustaba visualizar en la pantalla del salón, hasta que su abuelo, con un brillante repertorio y puesta en escena de diversos cuentos y juegos, comenzó a dibujar todo tipo de animales y escenas en la pequeña libreta que siempre portaba en su chaqueta de pana, comenzando a gratificar sus sentidos de un modo nunca antes concebido. Solamente hacia faltaba una dosis de vela y cien ...