JUEGA…PAPÁ
Hoy he llegado a ser: maestro, policía, conductor de grúas, excavadoras y materiales pesados, superhéroe, escalador, vendedor de juguetes, fugitivo de la justicia e innombrables cosas más en apenas seis horas desde antes de que el sol rayara el alba.
Mientras fundía cada una de las etapas, he disfrutado, aprendido y soñado a diferenciar la realidad de aquello que verdaderamente importa en el devenir de una vida. Un agotador juego de extractos amargos y recompensa edulcorada al final del paladar, que mantienen el equilibrio del bienestar deseado.
Sencillo es presumir de la crianza de un hijo cuando la mayoría del tiempo es empleado a golpe de pulsaciones creadoras de fotos y vídeos que caerán en un futuro próximo al olvido de una memoria externa. Los mismos, que sirven para calmar a la fiera de turno y atormentar cerebros inmaduros.
¡Cuántas marionetas son incapaces de concebir los momentos sin pantalla! ¡Cuántas pantallas concebirán momentos que serán olvidados!…por aquellos que miraron a través de la misma relegando a un segundo plano la verdadera vida que ahora forma parte de un formato multimedia.
No es fácil, ni siquiera sencillo, mimetizarse en la labor, aspecto y rol que la felicidad de tu hijo requiera. Sin embargo difícil y arduo es, derramar lágrimas futuras por alguien que de píxeles depende…y olvidó el amor verdadero en el regazo de un padre, móvil en mano y ceguera incierta.
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