MORIR DE AMOR
Aguarda sigiloso en la penumbra, intentando adivinar con la suspicacia que le caracteriza, los puntos débiles que le permitieran abordar exitosamente la conquista ya programada con antelación.
Siempre le asaltan dudas en busca de la perfección de su obra, ejecutada con semblante firme y precisión quirúrgica, para evitar que el dolor del fracaso cubra de opacidad su proyecto.
Jaleado por la expectación de sus latidos, decide abandonar su escondite y mostrar sus intenciones de amor a quien tantas veces ha soñado e idealizado.
Esta vez el triunfo estaba asegurado. Últimamente las pesadillas copaban todos los rincones de su mente, confundiendo y arañando los recovecos más profundos en busca de la aceptación de aquella mujer, que siempre le abandonaba en el último instante; sin embargo hoy, se ha preparado concienzudamente para ello. Hace mucho tiempo que la palabra miedo se borró de su mente y escogió la valentía como seña de identidad.
Con su dama ya presente, un nudo en su garganta y mirada arreactiva, las piernas se tambalean al son de su presión arterial desplomándose. En la némesis de su cordura, corazón en mano y cuchillo en otra, cae al suelo entre estertores y un “te quiero”, regado en un filo hilo de sangre.
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