EL OLVIDO DE UN LIBRO

 Libros en cajones olvidados, esperan entre capas de ocre polvo ser rescatados una vez más para que alguien de nuevo se imbulla entre sus letras; aquellas que fueron escritas con el mimo de un alfarero que pone a punto su torno, para que gire la rueda.

Solapas que esconden en su haber el secreto más deseado: poseer conocimiento, el mejor arma en la mano; sin embargo están llorando, anhelan ser rescatados, por el que desea tener todo y tiene el tesoro olvidado.


Recuerdan con melancolía el olor del primer amor: eran sólo dos pupilas girando a su alrededor, que devoraban sus hojas y a veces lloraban con ellas, se reían o dormían, soñando un lugar mejor.


Y al llegar el nuevo día, tarde, noche o mediodía, volvían a jugar las canicas para descifrar su mensaje, reteniendo en su retina lugares y personajes: buenos, malos o mediocres…todos parte de su viaje.


Ahora observan su entorno, cuatro esquinas en penumbra, compañeros de aventuras que una vez sintieron manos y cabalgaron memorias; ahora apesadumbrados, tumbados ya sólo escuchan, el eco que viene de fuera, el silencio de su tumba.

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