EL CAMINO DE VIVIR

 Vivir bien es apreciar cada momento desligando el presente del futuro. Establecer una jerarquía de prioridades que discurran apartadas de la posesión material o el deseo de ésta. 

Poder concebir la plenitud de lo simple; disfrutar del acto más irrelevante en compañía relevante. 


Sentir el viento, el sol, el azote del silencio en una mañana de lluvia, solamente roto por la armonía de las gotas que se estrellan contra el suelo. 


Vivir no es esperar un “me gusta” bailando en una pantalla de mil euros; es bailar mirando a los ojos, aquellos de valor infinito, una aplicación de oro. 


Vivir es admitir poder divertirte, aburrirte, enfadarte, alegrarte…tocar desde la tierra el cielo sin filtros, grabar en la mente los momentos con todos sus resquicios. 


Vivir es mirar al miedo a la cara, sabiendo que el enemigo es imponente; cerrar los ojos y respirar, apartar el monstruo recurrente, para lanzarlo al abismo de este momento presente.


Vivir nos invita a danzar sobre la cuerda que conduce a término a la muerte. Donde ‘Caronte’ se deleita sentado, mirando de lejos, si nuestro baile ha merecido la pena y al llegar a sus pies con las monedas justas, dedicarle una sonrisa y rogar querer un nuevo viaje en el mismo vagón, por la misma ruta.

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