PERCEPCIONES

 Ardua empresa es aventurarse a creer ciegamente que la concordia global puede llegar a alcanzarse, cuando desde el mismo momento en que somos conscientes no hay dos seres iguales ni dos modos de pensamiento uniformes en todos los aspectos de nuestra vida. 

En el mismo instante en el que el pensamiento abstracto permite crear opiniones personales que son aceptadas como las realmente válidas y coherentes para cada individuo y situación, el choque de pareceres en el contínuo y la infinita pluralidad de opiniones, crea un bloqueo donde cada forastero mirando a su oponente, ciñe la mano al revólver esperando la oportunidad adecuada. 


Dentro de la coctelera hay sentimientos de todos los sabores: unos dulces y agradables al paladar, otros amargos que escuecen; pero todos ellos diferentes y subjetivos, dependiendo de aquel que lo deguste. 


Matices del “ego”, que han sido aprehendidos e interpretados bajo normas comunes e inviolables para mantener la concordia, en un lugar donde la luna llena brilla para ambos, pero la percepción y aquello que sugiere, difiere.


No es la ley de la selva, es la ley del pensamiento; reacciones químicas con la misma base pero diferentes excipientes.


Cuán hermoso sería, unificar los ingredientes, más siempre habrá diferencias y uno de los forasteros, con ansia de ser el nuevo “sheriff”, desenfundará su revólver e impondrá con su ley, orden en el lejano oeste.

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