MAESTRO NÚMERO…

 Bostezos del alba que anuncian una nueva jornada. Con la cabeza embotada, la cara en la cama, el cuerpo dolido, la cabeza agotada, cada mañana levanta y mirándose al espejo se pregunta… no cómo acabará su jornada, simplemente cruza los dedos para llegar con mínimo orgullo a casa. 


Papeles que anulan carreras, plazos que omiten funciones, que solamente debieran centrarse en forjar corazones, mentes de contenidos, futuros prometedores. 


Sin embargo ‘burocracia’, es la reina de este baile, para justificar al de arriba, contentarle con detalle y ¡da igual si sólo hay tiempo para llenar formularios!, quizás cuando pasen los años al recordar el escenario, donde los actores leen papeles y el público se siente engañado, con manos en la cabeza y mirando de soslayo, alguien gritará ¡era cierto!, más cierto es que somos gregarios.


Etiquetas estatales, de reconocimiento mediocre, somos números sin cara, que quieren entregar el bote. Aquel lleno de conocimientos, rehogado de amor y cariño, de vivencias, claridad, ¡estímulos!, dedicándoles tiempo a su destino y no a rellenar papeles, inertes y sin sentido.

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