PODER PARA EL PUEBLO
Adoctrinamiento. Bonita, sonora y larga palabra cuya connotación recuerda al pensamiento más amargo no sólo de antiguas generaciones, por desgracia también de nuevas que se dejan llevar por la marea de promesas ilusionadoras ofreciendo ideales futuros y obsequios prometedores.
Partidos que acusan de adoctrinamiento, niegan proyectos establecidos dando por hecho un nueva doctrina en un círculo de mando donde las ideas subyacentes gobiernan por el que posee el poder de llevarlas a cabo. Y sin embargo, el que como siempre sufre, es el pueblo como moneda de cambio.
Pueblo que derrama sudor, lágrimas, energía y fuerza. Democracia en papel escrita, democracia de ausencia en vida. ¡Cuántas veces hará falta tropezar con la misma piedra! sabiendo a estas alturas y callando bajo tierra, por miedo, pereza o hartura, que no hay solución sin reforma, en la que el pueblo sea activa.
¡Dejen escaños y asientos!,
dejen de hablar con falsilla.
La voz de muchos es de todos,
la voz del pueblo es la mía,
que todos necesitamos,
dando ejemplo de justicia.
Elogiando a Aristóteles,
el justo medio es la vida.
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