SALUD MENTAL

 Silenciosa entre nosotros nadie escapa de sus garras. Aquel que lo consigue guarda, mientras de reojo ve la gente, su máscara idealizada, angustia fachada de dientes.


Es tabú impenetrable, guardado desde antaño, donde siempre han enseñado, que para ser fuerte en vida, aparentar y echar redaños.


Debajo de la armadura, hay una piel que sangra, una cabeza pensante, un corazón que late y marca el ritmo con premura.


Jóvenes que encuentran en selfies días de triunfo y de gloria, cosechando ‘me gustas’ y comentarios, alimentándose de su victoria.


Jóvenes y cada vez más, que huyen de su propia sombra; jóvenes amenazados, jóvenes sin herramientas, que callan o son callados, pasando noches en vela.


En casa una habitación se cierra, hay deberes y tareas, pero hoy sobre los libros no se gasta tinta negra.


Si acaso fluidos salados bajo notas para el recuerdo; pidiendo a gritos ayuda, en su eterno silencio.


Silencios desgarradores, para aquel que sepa verlo. Hay que ser muy astuto, pararse por un momento y ofrecer palabras y vendas para aplacar el lamento.


¡Que la verdad sea dicha y se actúe en consecuencia! No hay mayor mal en el mundo, dolor, ruina ni miseria, que pudiendo curar heridas, no se ofrezca asistencia. 


A esas mentes de dementes, que venden humo de chistera, en este mismo momento mil rayos parten el pecho de personas con nobleza. 


Pudiendo coger ya mismo el monstruo que nos desgasta; ¡quitar sábanas, mil mantas!, es triste que alguien joven pierda así sus colores. 


Mañana llanto y después misa, pasado entierro con flores.

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