HIJO

 Ojos con brillo de niñez, 

que alumbran y ofenden al sol,

apagan llamas del corazón, 

calman ira con su voz.


Manos que tocan almas,

al sentirlas sobre tu tez,

No hay momento, recuerdo ni vez

donde no te puedas perder,

agarrando con fuerza sus palmas.


Risas de mundo eterno,

carcajadas de verano,

primavera, otoño, ¡invierno frío!,

dulce complicidad de regazo.


Inocencia compartida

en un mundo hoy malsano,

donde la incertidumbre se encumbra,

donde ser bueno es pecado.


Agarrar de nuevo su mano,

sentir tu sangre en su latido,

convierte el mundo en fiesta,

convierte el agua en vino.

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