SÓLO UN ABRAZO

 Todo aquello que una persona guarda bajo su corazón es un cúmulo de sensaciones y sentimientos que, dependiendo del momento, guiado de la mano del pensamiento, actúa de modos diferentes, haciéndose el “Harakiri” si algo nos desgarra o cimentando más capas si nos agrada.

Necesitamos un bastidor, una estrella polar quizá, que en los momentos más crudos nos guíe o envíe una clara señal, para no tener que utilizar de una sola vez todas las tiritas de la caja de la vida. Necesitamos alguien donde depositar las piedras más pesadas que todos cargamos, para que la balanza de lágrimas nunca se incline a tocar el suelo.


Es posible que algunos tengan el beneplácito de poder poseer, con sólo un chasquido de dedos, todo aquello que puedan desear, pero ni el recóndito tesoro más cargado de oro, podría igualar la riqueza de aquel que conoce sin fisuras tu interior.


Un amor desenamorado, sin condiciones ni regalías. Comprender a ciencia cierta que las puertas de sus brazos no conocen de cerrojos ni trampas y refugiarse en ellos en cualquier tormenta es una apuesta segura de que pronto saldrá el arcoíris. 


Necesitamos necesitar y la vez ser necesitados. La soledad, en ocasiones, es una plácida madriguera donde pasar un invierno, pero un infierno helador si se perpetúa en el calendario. 


Calendario, donde si somos afortunados recordaremos con morriña y entereza el devenir de la vida, o contaremos con palitos cada día de condena si las cadenas de la fría y solitaria celda nos acechan.

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