JERGA
El orgásmico placer que puede producir el hipnótico baile de un discurso claro, elegante y rico en calidad y contenido, compartido con alguien que se comprometa fehacientemente en el proceso discursivo, difícilmente es igualable (por no decir imposible), con la monótona verborrea adolescente plagada de paupérrimas y repetitivas palabras aderezadas con un “brother” al final de cada párrafo.
Son intentos de crear una jerga común de chulería y reconocimiento, con el que poder fortalecerse y sentirse parte importante en la oquedad del desconocimiento.
Conversaciones que aúnan y ponen de manifiesto la pobreza léxica de una sociedad, son aceptadas entre sus iguales como un mensaje de transmisión válido y particularmente “sexy”, por el mero hecho de incluir un extranjerismo o expresión inventada del “youtuber” de turno que en ese momento lo “peta”.
Estamos condenados por la inercia de un neo costumbrismo de la sencillez, a la esclavitud de un lenguaje más simple, virtual e ininteligible; donde no tiene cabida el uso de una elegante verborrea, y por ende todo mola “mazo” y por desgracia…”les renta”.
Lean y sean capaces, ya no de interpretar, sino de al menos conservar la riqueza de aquello que nos fue otorgado. De intentar cuidar nuestro lenguaje, y no el que entienden los caballos.
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